lunes, 12 de septiembre de 2011

¿Puedo?

Me reduzco inevitablemente a un par de letras oscuras como la noche, suaves como tus besos de terciopelo y distantes como tu caminar.

Aquí estoy de nuevo, donde comencé y sigo terminando el principio de lo que llamo “correr”… ¿Correr?... Bien, me interesa conocer cuántos significados podemos darle: correr hacia adelante, hacia atrás, ambos lados, hacia ti, lejos de ti, hacia la nada y hacia el todo, y puedo seguir la lista, mas lo que importa es la acción: Correr… Sin embargo, existe algo que me atormenta… ¿Se puede usar esa poderosa unión de vocales y consonantes con los  recuerdos, besos, noches cálidas, música etérea y labios de mar a tu memoria y tu olvido? Sí.

Sí, tal vez te extrañe el inicio de esto, el porqué de esto, y el final de esto. A mí también me extraña…

Me extraña el no verte cada mañana en mi silencio, me extraña el no recordarte en mis olvidos, me extraña no poder dibujarte en las paredes de mis labios, me extraña el que quiera extrañarte con todas mis fuerzas, y no poder decírtelo…

Y no poder decírtelo al oído, a tu piel, a tu sombra simétrica, a tus manos que exclaman el roce de las mías, a tu delgada voz quebradiza, a tus lágrimas intactas, a tu mirada silenciosa, a tu partir…

Tu partir, es duro como el frío, el sonido estruendoso del crujir de mis huesos al fusionarnos en un último abrazo, los suspiros que se van melancólicos  al cielo para perderse en este mar de recuerdos, en esta vida confusa, desértica e inerte, pero, antes de partir...¿Puedo darte un beso?

Para ti, el único viento que ha tocado el alma de mi sonrisa... Mariana.

Rodrigo Pérez Téllez 

sábado, 3 de septiembre de 2011

Sal...

Solo déjame tocar tu noche, alabar tu voz, saborear el mar de tus labios, romper en mil pedazos el cuarto de nuestro albatros.


Electricidad que reflejas en el espejo de mi corazón, relampaguea con tu sonrisa el dulce sabor de mi mañana, enciende tu piel y sal al escenario.


En escena te mueves como el humo de nuestros besos, en espirales, espirales de adiós.


Adiós es la puerta que debe retumbar en nuestras huellas. 
Adiós es la noche que nos acompaña a recostarnos sobre el manto del cielo inerte
Adiós son las palabras burdas y frías que danzan sobre el fuego de tus miradas
Adiós es el silencio entre tu mirada la mía


Adiós amor, que mi amor nunca te dirá adiós.