miércoles, 13 de septiembre de 2017

Candor y Fulgor / Mi yo, tu yo/ Nosotros

El candor y el fulgor son palabras que van paralelas: avanzan y se disuelven cada una en su espacio, su definición, su temperatura, color y matices.

El candor se define como la falta total de malicia, ingenuidad, blancura; el fulgor apela a la brillantez y el resplandor.

Algo los une irremediablemente: la blancura y la brillantez, adjetivos que si bien son distintos, tienen paralelismos similares: la luminosidad. 

¿Qué los diferencía?: el candor apela a lo moral, lo humano, lo equívoco, es decir, la ausencia de actuar con maldad y la inocencia.

El fulgor se construye en el ser que habita en mí, mi yo: resplandores de luminosidad y brillantez.

El candor, esa persona que habita en tí, tu yo: edificada con atisbos de inocencia, sinceridad, sencillez y suma blancura.

Fulgor y candor, candor y fulgor emana el nosotros.

Nosotros se complementa, se entremezcla y se atina.













lunes, 24 de agosto de 2015

Sinsabor.

Y los cabellos se vuelven a humedecer,
los brazos retoman su movimiento,
y las piernas se entumecen nuevamente.

Y la lluvia regresa al cielo como pájaro,
las cenizas resurgen como árboles,
y el desierto resucita en bastos océanos.

Y tu vuelves a mí, me escabullo de ti.
desaparezco en ti, emerges en mí.
Y tú te pierdes en mí, y yo en ti.

Juguemos a querernos.












lunes, 20 de enero de 2014

El arte de encontrarte en el desayuno.



Por la forma en cómo estructuras tus besos.

Por la manera en que desabrochas la mirada.

Por la capacidad de contar el tiempo sin reloj.

Por los métodos que usas para acallar al viento.

Por los modos en cómo atrapas mis pensamientos.

Por el arte de encontrarte en el desayuno.

Por el talento que ocultas bajo tus huellas descalzas.

Por sobre todas las cosas que nos rodean, anhelo tenerte en el olvido.

Por sobre todas las cosas que nos rodean, deseo refugiarme en tu recuerdo.

Por sobre todas las cosas que nos rodean, espero embriagarme de ti.

Por sobre todas las cosas que nos rodean, pretendo ser tuyo.


R. Téllez.







miércoles, 15 de enero de 2014

Deambulando.

Tengo el deseo de amanecer cobijado bajo las sombras de tus imponentes edificios, beber de tu asfalto simétrico, que el fresco viento del Atlántico recorra mi piel y despeine mis recuerdos con historias de soñadores que cabalgaron tus caminos, que trazaron con pensamiento periférico tus horizontes y  relataron con un embriagante frenesí, la vida de tu historia sin fin. 

Tu cielo estrellado me aborda por las noches a través de vivencias no personales, postales e imágenes sonoras que me toman de la mano, para admirar por la ventana tus paisajes excéntricos que velan por los sueños de los amantes que reposan en el concreto, que emergen de tus entrañas para combatir como guerreros en las junglas cosmopolitas que me incitan a formar parte de esas selvas infinitas. 

Mis huellas anhelan con afán poder deambular contigo en la amnesia, que nuestras miradas se entrelacen en el destello de tus luces, y así, poder envenenar mis labios con tu dulce licor.

Quiero ser el ave que deambule sobre esos océanos, el guardián que proteja tus infranqueables rutas, la montaña que adorne tus ocasos. 

Déjame transitar por tus pensamientos, tengo en mis venas parte de ti, permite que me pierda en tus brazos, concédeme el honor de escribir mi vida en tu historia.

Sé mi recuerdo, mi olvido, mi única utopía, Nueva York.


R. Téllez

jueves, 24 de octubre de 2013

Quién.

Cuando el corazón añora, los labios dejan de respirar y busca en un desierto agonizante, tus besos.

Es difícil, muy difícil encontrarse a uno mismo, pero es más difícil encontrar quién te ajuste, quién te pueda reajustar, quién te estreche y todo ruido enmudezca para que de paso al pronunciamiento del viento que nos brinda una velada inolvidable.

También, es muy complicado con quién encajar pueda encajar de manera perfecta la curvatura de tu sonrisa, en cómo muestras al mundo obsceno tu retadora mirada, esa piel lúcida que cubre tu sentir hacia mi sombra y mis huellas.

Asimismo, es complejo descifrar tus versos, tus manos, tus piernas, pero más que nada, es arduo mirarte y no tenerte aquí, conmigo.

Sin embargo, y a pesar de ello, mis ganas consideran que han encontrado a mi utopía; al palpitar del mar, a la estrategia para no morir sin sentir nuevamente el amor; al florecimiento de cerezos en mi mente, simple y sencillamente, a ti.

R. Téllez.

viernes, 18 de octubre de 2013

Sabores.

He probado una vasta cantidad de sabores durante mi vida.

Es difícil poder detallar cuantos han sido, sin embargo, puedo describir que han sido exóticos, como el atrevido sabor del mezcal por la mañana sabatina; dulces como el néctar que producen las abejas en primavera; amargos como la incesante caída de la tierra sobre un féretro recién liberado de la vida; así como el sabor opaco de un cigarrillo después de haber practicado sexo sin amor durante una tarde lluviosa.

Quiero detallar que diversos sabores han pautado cada palpitar de mi corazón, sin embargo, aún no he encontrado aquel aroma, gusto, sensación en la cual, mi paladar, mi piel, mi sombra y mi letargo existencial pierda todo raciocinio; sin embargo, quiero reconsiderar, y más que nada, poder comprobar, que tus labios tienen esa fórmula, el perfume, la esencia de toda la vasta gama de sabores que existen en este universo.

Permíteme comprobar dicha hipótesis.


R. Téllez.




jueves, 27 de junio de 2013

En blanco.

Mi mente está tan en blanco, que estoy pensando en ti.

Nuevamente, los recuerdos caminan en círculos sobre el jardín de mi cabeza, me miran asombrados, en espera de que los tome de la mano y huya con ellos, y nos perdamos en una plática con cigarros y café.

Mientras tanto,  estás tú.

Ahí, jugando con el pasto, dibujando olas sobre el verdoso pasto que se asoma en mi ventana, admirando la forma en cómo aún anhelo una sonrisa tuya, y particularmente, un cálido beso nocturno.

Las palabras se ahogan mientras te analizo detenenidamente en compañía de una bocanada de nicotina, que se esfuma en el húmedo aire, para serpentearse fugazmente en el pálido cielo de Julio.

Y aún, te mantienes.

Te conservas intacta, como una pieza de porcelana, como un gran árbol de cerezos, te reinventas en cada instante, para desconocerte y conocerte en cada abrir y cerrar de ojos, sin que nada ni nadie, aniquile ese cariño.

Todavía.

Aún lo hago, mi cabeza se mantiene blancuzca.


Mujer distante, femina lluviosa, hembra infinita, dama efímera.

Rodrigo Téllez.