Mi mente está tan en blanco, que estoy
pensando en ti.
Nuevamente, los recuerdos caminan en
círculos sobre el jardín de mi cabeza, me miran asombrados, en espera de que
los tome de la mano y huya con ellos, y nos perdamos en una plática con
cigarros y café.
Mientras tanto, estás tú.
Ahí, jugando con el pasto, dibujando olas
sobre el verdoso pasto que se asoma en mi ventana, admirando la forma en cómo
aún anhelo una sonrisa tuya, y particularmente, un cálido beso nocturno.
Las palabras se ahogan mientras te analizo
detenenidamente en compañía de una bocanada de nicotina, que se esfuma en el
húmedo aire, para serpentearse fugazmente en el pálido cielo de Julio.
Y aún, te mantienes.
Te conservas intacta, como una pieza de
porcelana, como un gran árbol de cerezos, te reinventas en cada instante, para
desconocerte y conocerte en cada abrir y cerrar de ojos, sin que nada ni nadie,
aniquile ese cariño.
Todavía.
Aún lo hago, mi cabeza se mantiene blancuzca.
Mujer distante, femina lluviosa, hembra
infinita, dama efímera.
Rodrigo Téllez.
El momento en el que sólo existe ella y la distancia que separa sus corazones...
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