miércoles, 15 de enero de 2014

Deambulando.

Tengo el deseo de amanecer cobijado bajo las sombras de tus imponentes edificios, beber de tu asfalto simétrico, que el fresco viento del Atlántico recorra mi piel y despeine mis recuerdos con historias de soñadores que cabalgaron tus caminos, que trazaron con pensamiento periférico tus horizontes y  relataron con un embriagante frenesí, la vida de tu historia sin fin. 

Tu cielo estrellado me aborda por las noches a través de vivencias no personales, postales e imágenes sonoras que me toman de la mano, para admirar por la ventana tus paisajes excéntricos que velan por los sueños de los amantes que reposan en el concreto, que emergen de tus entrañas para combatir como guerreros en las junglas cosmopolitas que me incitan a formar parte de esas selvas infinitas. 

Mis huellas anhelan con afán poder deambular contigo en la amnesia, que nuestras miradas se entrelacen en el destello de tus luces, y así, poder envenenar mis labios con tu dulce licor.

Quiero ser el ave que deambule sobre esos océanos, el guardián que proteja tus infranqueables rutas, la montaña que adorne tus ocasos. 

Déjame transitar por tus pensamientos, tengo en mis venas parte de ti, permite que me pierda en tus brazos, concédeme el honor de escribir mi vida en tu historia.

Sé mi recuerdo, mi olvido, mi única utopía, Nueva York.


R. Téllez

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